martes, 7 de diciembre de 2010

Al crear este blog, tenemos como fin fundamental hacer un recorrido por la literatura mexicana en  sus diferentes contextos y manifestaciones, tomando a tres de los autores màs representativos de la literatura mexicana del siglo xx: Josè JuanTablada, Jorge Ibargüengoitia y Luis Zapata. Quiènes al pertenecer a tiempos y movimientos distintos, nos ofrecen un panorama general de lo que se ha venido haciendo en los últimos años, explorando en los senderos de la renovación y la experimentación. A su vez, nos señalan hacia donde se encamina la nueva literatura y cuàles son las preocupaciones temáticas y estilísticas de los últimos tiempos. He aquí algunos ensayos, reseñas y biografías que podràn ofrecerte una visión particular de nuestros tres autores.


¡Buen provecho lector!  


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miércoles, 1 de diciembre de 2010

Luis Zapata

El Vampiro de la Colonia Roma de Luis Zapata

Imelda Quezada

Luis Zapata, escritor nacido en Chilpancingo, Guerrero, en el año 1951. Licenciado en Letras Francesas por la UNAM. Obtuvo numerosos premios, entre ellos, el Premio Nacional de Novela Juan Grijalbo, en  1978, gracias a una de sus novelas más controversiales: El Vampiro de la Colonia Roma#. En 1992 obtuvo el premio Estatal al Mérito Literario Juan Ruiz de Alarcón, que fue otorgado por el Gobierno de Guerrero. Y en 1976 obtuvo el primer lugar en el concurso de cuento Quetzalcóatl, por Hasta en la mejores familias y en 1977 con Deuxieme Pont (Segundo Puente).
Fue becario del FONCA (Fondo Nacional de la Cultura y las Artes) de 1991 a 1992. Colaboró en diversas publicaciones: El Nuevo Mal del Siglo (codirector), Punto de Partida y en el periódico Alianza Francesa. Parte de su obra fue traducida y publicada en Estados Unidos. También fue traductor de obras como Renart el zorro (en colaboración de Angélica Martín del Campo; Premio editores, 1979), Vanidades, de Heifner (en colaboración con C. Téllez, 1980), Bom-crioulo de Adolfo Caminha, (Traducción y Prólogo, Posada, 1989) y Tristán e Isolda de Béruol y Thomas (CNA, Cien del mundo, 1990).
Sus obra es variada pues este autor aparte de escribir novelas de ficción y de corte autobiográfico, incursiono en el teatro. Las obras publicadas por este autor son: Hasta en las mejores familias (1975), El Vampiro de la Colonia Roma (Grijalbo, 1979), De pétalos perennes (Katún, 1981, fue adaptada al cine bajo el titulo Confidencias y también se adapto al teatro), En jirones (Posada, 1985), La más fuerte pasión, La hermana secreta de Angélica María (Cal y Arena, 1989), ¿Por qué mejor no nos vamos? (Cal y Arena, 1992) y Melodrama.

La crítica:

El vampiro de la colonia Roma (1979), de Luis Zapata (1951), es el primero de esos torrentes a la vera de una sociedad mexicana cuyos jóvenes franqueaban sobre todo el uso tradicional del lenguaje, de todos los lenguajes posibles; la novela de Zapata toma su fuerza de las andanadas verbales de Los hijos de Sánchez, de los reflectores oblicuos del Beso de la mujer araña; surge en un momento cultural en que -a la par que se profieren discursos catárticos- el cuerpo femenino luce desinhibido formas y epidermis y el cuerpo masculino tiende a volverse priápico y autocomplacido. También en un momento en que los recovecos citadinos se conciertan en la catarsis de sus habitantes. Los trasfondos del machismo, del abuso paterno, de la gozosa eyaculación autocompensante, de la siempre recomenzada búsqueda de una fraternidad que finque y ampare, son también el basamento de una visión en que la genitalidad es la única razón donde no parece haber más razones que la cotidianidad plana, exangüe, de una clase media que ha asumido acomodaticiamente todos los reveses sociales de los años precedentes. A pesar de pertenecer todavía a la década de los setenta, El vampiro de la colonia Roma es ya el resultado de una experiencia social y cultural alterna a lo que las proyecciones de la posguerra nos tenían reservado a nivel mundial, y a la vez el inicio de nuevos caminos y experimentos literarios que emprenderá su autor. Con esta novela Luis Zapata rescata formas y géneros tradicionalmente relegados al terreno de lo "no literario". La grabación de conversaciones, la novela rosa, el monólogo del ama de casa, las inenarrables ñoñerías que suelen acompañar las manías sexuales más elaboradas, no logran ocultar, sin embargo, una arquitectura del personaje. Adonis se llega a parecer a esos santones que soslayan sus parásitos corporales en aras del éxtasis; sus orgasmos parecen válvulas de escape a la suciedad, la miseria y la imprevisión existencial. No es extraño que cada capítulo -o cinta grabada- sea precedida por el relato de un sueño. El mundo al revés onírico parece más el mundo al derecho de Adonis, la otra orilla donde todo parece tener un sentido. De este lado, Adonis sobrevalora sus sentimientos ante el espectáculo de la vida, rompe todo el tiempo con el pasado, se desahoga en accesos de consumismo mientras recorre uno y otro y otro cuartucho de la colonia Roma hacia el ineluctable y temido -en el fondo: las clases de electrónica por correo, la alcoholización, los pasones de seconal- desecamiento de su condición de "espermán". Si, como chichifo, una vida sin mayate es inconcebible (el relato sobre la sumisa estadía en casa de Zabaleta no es sólo hilarante, sino también enternecedora), Adonis se encontrará frente a frente con el absurdo de sus sentimientos por René, tan huidizo como él mismo pero atrayente y acogedor como su propio reflejo en el espejo. Adonis no sabe si se va o se queda, sus servicios en la Zona Rosa van hilvanándose con una sintaxis que se autocorrige, precisa, completa, evoca, satiriza, se marea de pronto dando rodeos estupefactos ("je"). El discurso se hace gesto cifrado en la expresión coloquial. En ese torrente va Adonis, un vampiro que le arrebata a la vida, picotazo a picotazo, una carnalidad que la ominosa posibilidad de la enfermedad y la certeza de la muerte convierten en ávida autoafirmación.#

José Joaquín Blanco dijo:  “Desde su primera edición (junio de 1979), El vampiro de la colonia Roma fue un estallido: al mismo tiempo escándalo social que éxito de crítica y de ventas, lo que ya es mucho decir en un país antilibresco donde generalmente no importa nada que no salga en la televisión. Pero las cuentas de su impacto público distaron de ser alegres: el machismo, la ignorancia, el oscurantismo y la beligerante cursilería se encarnizaron contra Luis Zapata como contra ningún otro novelista mexicano vivo. En la prensa y en la más peligrosa tenebra del chismorreo, en intentos de sabotaje desde el propio concurso que legítimamente ganó; en grandes y pequeños obstáculos desde la tipografía misma hasta las cadenas comerciales y más de una librería que se negaron a exhibir y vender su obra; en injurias insólitas públicas y privadas, que lo mismo sonaron en las superiores jerarquías políticas que entre los personajes prestigiosos o desprestigiados de la academia y de la comunicación, se dio una especie de linchamiento moral y literario capaz de turbar los nervios más templados (…) El escándalo consistió en que el tema homosexual escapara del WC, de la carpa, de la nota roja y de los melodramas de tisú y de organdí, y se instalara abierta y desnudamente en las calles y las plazas como un asunto integralmente humano en la dignidad social y personal de su diferencia. Un libro obsceno más, como los millones de revistas y periódicos amarillistas, no hubiera resfriado a nadie; un libro serio, digno y hermoso pareció un abuso.”

Vicente Francisco Torres (uno de los críticos literarios de los años 80´s): “Confieso que al leer la forma tan ortodoxa con que se aman los homosexuales, como hombre y mujer comunes y corrientes, la novela me parece utópica e inverosímil. Cómo aceptar que puedan besarse, tomarse de la mano, celarse, decirse que se quieren, extrañarse y hasta llorar como en cualquier melodrama”.

El vampiro de la colonia Roma:

La novela se divide en siete capítulos o bien, siete cintas que llevan su respectivo epígrafe y titulo. La historia es contada por un narrador en primera persona, en este caso se trata de Adonis García el que relata “las aventuras y desventuras” de su vida a un narratorio que aparentemente es un escritor que le entrevista con grabadora en mano (éste último sin editar lo escuchado transcribe tal cual, la historia relatada). Aunque el narrador nos cuenta su vida, ésta siempre se encausa a describir como es la vida de un prostituto en el D.F. Cuales son sus actividades, sus costumbres de higiene, las enfermedades de transmisión sexual a las que siempre está expuesto y como es la práctica sexual con los hombres con quienes tiene relaciones sexuales. A todo esto, se dice que el personaje principal fue un prostituto muy conocido dentro del mundo homosexual en los años setentas y ochentas: Osiris Pérez. Eso quiere decir que la historia aunque raya en ficción tiene su toque de realidad.
Los lugares son parte clave en la novela pues, es donde se desenvuelve toda la acción y la trama de la misma: la Zona Rosa, la Alameda, los cines, las calles y los Sanborns, que eran los sitios por excelencia para ligar dentro de la comunidad gay para ese entonces. Entonces los sitios se encuentran a un mismo nivel de protagonismo que Adonis, puesto que son determinantes para que el personaje consiga algún cliente.
Ésta obra es importante, ya que cedió protagonismo a uno de los personajes más enigmáticos e interesantes de la literatura de habla hispana: el pícaro. Aunque en realidad Adonis no se trata de un pícaro tradicional -así mismo lo refirió el autor esta novela en una entrevista-, sino de un personaje con rasgos picarescos moldeado para actuar en un contexto urbano actual.
Luis Zapata marco la pauta, dio inicio a una nueva forma de contar hechos con soltura y claridad, bajo el velo de habla burda de un prostituto homosexual. Manejó un nivel discursivo que entraña una ideología muy marcada -quiera o no, su autor reconocerlo-: poner en alto el estandarte del orgullo gay. Sus espacios en blanco -para indicar ausencia de signos ortográficos y pausas en el discurso narrativo-, la ausencia de mayúsculas, la crudeza en relatar escarceos sexuales, o bien, asuntos escatológicos y el hecho -como ya se mencionó allá arriba- de tratar temas de prostitución y homosexualidad, quizá le hizo ganar enemistades y críticas al por mayor. Él mismo autor refirió este hecho en una entrevista: “alguien llegó a decir que se debería vender en bolsitas de plástico para que no lo hojearan, porque era un libro pornográfico.”
En fin, a pesar de todo muchos lo leen, pertenezcan o no, a la comunidad gay. No cabe duda que esta novela a un paso de cumplir su tercer aniversario, sigue siendo un libro muy socorrido y leído por los universitarios de la carrera en Letras Hispánicas, puesto que abre una brecha a la discusión y análisis respecto al tema y al discurso que maneja dicha novela. Por ello y por todas las características anteriormente mencionadas, en asuntos de genero, literarios, o antropológicos, es un libro que no se debe dejar pasar por alto.






Vínculos relacionados.

Descargar el libro integro de El vampiro de la colonia Roma

Cumple 30 años El vampiro de la colonia Roma de Luis Zapata 

Ensayo sobre la obra de Zapata

Luis Zapata, intenso narrador del acontecer gay *


martes, 30 de noviembre de 2010

José Juan Tablada

Biografía y contexto histórico

José Juan Tablada nace en México DF en 1871 y muere en Nueva York en 1945. Estudió en el colegio militar e hizo estudios de pintura. Colaboró para varios periódicos y revistas, como es el caso de El universal, Excélsior, La Revista Azul, La Revista Moderna, entre otros.
Tuvo una fuerte participación política a lo largo de su vida; era opositor del gobierno de Francisco I. Madero y partidario del gobierno de Victoriano Huerta. Durante el periodo presidencial de Venustiano Carranza, fue nombrado secretario de Servicio Exterior, viéndose en la necesidad de trasladarse a Venezuela para hacer labor cultural.
En 1923, fue nombrado el poeta de la juventud, y en 1928 se convirtió en miembro de la Academia Mexicana de la Lengua. Años más tarde, en 1945 ocupa el lugar de vicecónsul en Estados Unidos, sin embargo, meses después fallece.
Reseña
Los Mejores poemas. José Juan Tablada

José Juan Tablada es quizá más recordado por el papel que desempeñó como poeta rebelde que por su obra en sí. El día 3 de abril de 1871 la Ciudad de México lo ve nacer y es lejos de su patria, en Nueva York donde perece. Sin duda, uno de los poetas más importantes que ha dado el país, tanto por el valor estético de sus obras como por ser un destructor de las reglas preestablecidas en la literatura de la época, convirtiéndose así en uno de los autores más vanguardistas en la historia de literatura mexicana de todos los tiempos. Cronológicamente hablando, Tablada pertenece a la segunda generación del modernismo, sin embargo, sus constantes disidencias dentro del terreno literario lo ubican como un autor fuera de corrientes y categorías temáticas. 

Como es bien sabido, Tablada era un gran amante y promotor de la cultura oriental, amor que se ve culminado en el año de 1900 en el que nuestro poeta tiene la oportunidad de viajar a Japón donde se nutrió de conocimientos, sobre todo culturales, para después plasmarlos en su obra. Nadie hubiera imaginado que este acontecimiento, que resulta aparentemente irrelevante, fuera a desempeñar un papel tan importante para la literatura hispana, pues a su llegada hace posible la intromisión del haikú no sólo en el contexto mexicano, sino en el hispanoamericano. 

Novedades como ésta fueron ocurrencia de este joven poeta (no olvidemos que aún a pesar de sus 52 años fue nombrado como el poeta de la juventud), que tuvo una vida literaria prolífica y siempre en constante cambio. Entre sus libros publicados más importantes destacan: De Coyoacán a la quinta avenida: Una antología general, El florilegio, Los ojos de la máscara, Un día (poemas sintéticos), Lí-Po y otros poemas, El jarro de flores (disociaciones líricas), entre otros. Pero probablemente su libro más significativo sea Los mejores poemas, pues es aquí donde condensa lo mejor de su poesía. Esta obra antológica ya se había intentado publicar desde 1925, sin embargo, no fue sino hasta el año de 1943 cuando esto fue posible, habiendo sufrido muchos cambios. El libro ha sido antologado por el mismo autor y prologado por José María González de Mendoza, El Abate, un gran amigo de José Juan Tablada y el responsable, hasta cierto punto, de que hoy en día se tenga pleno conocimiento de la obra del poeta. 

El libro está dividido en tres partes: Poemas de la juventud (1892-1900), Época media (1901-1918) y finalmente en la Época moderna (1919-1930). En este primer apartado aparecen las obras menos maduras del autor, no así las menos importantes; es en estos primeros años de labor literaria donde encontraremos ubicado el poema “Ónix” al cual deben la inspiración muchos modernistas, éste es quizá una de las mejores obras líricas de Tablada y en él que se distinguen algunas características de novedad que hasta entonces no habían sido utilizados en Hispanoamérica. 

En su segunda etapa, es posible encontrar textos de mayor complejidad y con un trasfondo que permite ver una evolución en el estilo del autor, Quinta avenida es uno de los poemas que conforman este apartado. En la tercera y última etapa, la más rica de las tres, podremos vislumbrar un poeta más preparado aún, en ella recoge una gran variedad de poemas retomados de sus libros más conocidos. Y las obras líricas que en esta parte se antologan son haikús y el poema de Lí-Po, este último compuesto en caligramas. 

A pesar de que la crítica ha sancionado a Tablada por sus múltiples facetas y por su extranjerismo, es indudable que sus aportaciones para la literatura en español son determinantes para el desarrollo de nuevas formas poéticas, con un resultado artístico extraordinario. Octavio Paz considera que la contribución más importante de Tablada a la poesía mexicana y probablemente a la latinoamericana es: “el valor de la imagen y el poder de concentración de la palabra”. 

Por supuesto, es preciso recalcar que aunque Tablada tomó elementos de otras culturas, en sus obras imprime un estilo propio que le da un carácter original, por ejemplo, en el caso de los haikús, que en oriente no suelen ser titulados, el poeta les otorga un título, o como el caso de los poemas que se ven invadidos por palabras extranjeras. Todo esto demuestra que sus conocimientos culturales sufrían una adaptación, pasaban por su concepción mexicana, para después ser plasmados en su obra. Más que hablar de un extranjerismo, es evidente una difusión de nuevas ideas y culturas, sin olvidar, claro, que su obra está tan dotada de elementos del extranjero como de elementos de la cultura mexicana. 

Como lectora, es un gusto extraordinario poder disfrutar de la lectura de un poema de Tablada; su ingenio, humor, su irreverencia y las temáticas que en sus obras propone me parecen rasgos aun vigentes en el contexto literario actual. Si uno lee con detenimiento lo que se escribía en el periodo de Tablada notará una especie de fractura, es a partir de este joven poeta que la literatura mexicana se reinventa y funge como modelo a seguir para muchos otros autores en Hispanoamérica. Y qué mejor libro que su antología poética más importante Mejores poemas donde haremos un recorrido por la obra del autor, partiendo desde su juventud y acabando en sus últimos poemas. Un libro fascinante.

Ensayo
Tablada y el haikú
Una de las aportaciones más importantes de José Juan Tablada es haber traído y modificado el haikú. Esta forma poética era, antes de nuestro autor, completamente desconocida para Hispanoamérica, y es a partir de él que se da inicio a la exploración y creación de estos pequeños poemas, que son obras literarias de gran importancia para la cultura oriental.
Estos poemas nacen a partir de la influencia de China ejercida sobre Japón, y con ella el surgimiento de la literatura japonesa. Tomando elementos de la poesía china clásica, los japoneses crean los haikais, que son las obras más representativas de su poesía tradicional y cuya temática gira en torno a lo chusco. De esta forma poética derivan otras, entre ellas el haikú, que se compone de tres versos, a su vez conformados por cinco, siete y cinco sílabas respectivamente. En general, estos poemas iban acompañados de algunas pinturas, poco perfeccionadas, que los ilustraban, éstas llevan por nombre haiga.
El haikú tradicional no es rimado y por lo regular tiene una palabra clave (Kigo), ésta indica la estación del año a la que el poema se refiere y puede presentarse de manera implícita o explícita. La temática del haikú resalta los elementos de la naturaleza y al hombre en contacto con ella; se caracterizan principalmente por su brevedad y las claras imágenes que nos transmiten. Tablada aseguraba que permitían una "interpretación plástica" de la naturaleza. Aunque sus versos no tienden a ser simplistas, sí hay una búsqueda de la sencillez y de la naturalidad, y sobre todo de un lenguaje austero, que forma parte de los fundamentos de la filosofía zen (que a su vez está influenciada por las cuatro claves de la estética taoísta), de la cual están plagados los haikús.
Para el haikú, el autor no es importante, puesto que lo que en él se encuentra expresado es la ideología de todo un pueblo y no la de una persona. La filosofía zen invita a la iluminación, y para lograrlo es necesario desaparecer al “Yo”, que es el gran impedimento del conocimiento y el único responsable del innecesario apego a lo mundano. Según la filosofía zen, el mejor camino para llegar a la razón es a través del arte; el ser, por su parte, resulta por completo inefable y sólo puede ser sugerido, por ello la importancia del haiji (el poeta del haikú) que es el maestro de la sugerencia; quizás esto nos revele porqué los haikús resultan tan excesivamente precisos, sin que haya una sola letra como derroche.
La búsqueda de la iluminación resulta imprescindible para esta filosofía, pues sólo a través de ella es posible llegar a la liberación, a la felicidad misma, ya que ésta implica un desapego y un deseo de ayudar al prójimo a iluminarse; en este caso, el haikú sirve de medio para lograrlo. Entre los principales poetas del haikú japonés se encuentran Matsuo Basho, Taniguchi Buson, Issa Kobayashi y Shiki Masaoka, quienes han servido de influencia a muchos otros poetas.
En 1919, Tablada publica Un día…, y tres años más tarde El jarro de flores, libros en los que aparecen sus “poemas sintéticos” y sus “disociaciones líricas”. En el primer libro, el autor logró reunir 37 poemas que hacen referencia a los cuatro estados del día: la mañana, la tarde, el crepúsculo y la noche, los cuales se refieren a los cuatro principios de la estética taoísta, que consisten en lo siguiente: 1. De la empatía o resonancia (la mañana); se logra cuando el poeta alcanza la comunión con la naturaleza. 2. Del ritmo vital (medio día); el artista necesita acceder al ritmo vital y sólo puede lograrlo poniendo en absoluta calma su estado de ánimo y en silencio psíquico su mente. 3. De la sugestión (el crepúsculo); se refiere a  la capacidad del poeta para sugerir. Y por último; 4. De la soledad sonora (la noche), consiste en percibir que el ser y el no ser se engendran mutuamente. En este libro es evidente que Tablada persigue los fines del haikú japonés: la iluminación.
Aunque en El jarro de flores se destacan los elementos naturales, se resalta mucho más la figura del hombre, es decir, los poemas sufren una transformación y se presentan en este nuevo libro un tanto occidentalizados. En estos textos, el autor aún intenta conservar las estructuras que marca el haikú tradicional japonés, pero la intromisión de elementos, que indudablemente formaban parte de las preocupaciones occidentales de la época, rompen por completo con el esquema; por ejemplo, la aparición de un automóvil o características que se refieren a la extranjerización, como títulos en diversos idiomas o con un simple signo de interrogación. Todos estos aspectos son motivo irrefutable de la vanguardia poética de la que es precursor Tablada.
Tal vez un purista de la poesía, vea estos temas como inapropiados para un haikú, pues si bien es cierto, corrompen algunos de los fundamentos de la filosofía zen, sin embargo, como ya se mencionó, Tablada busca la innovación, lo que se ve reflejado en su poesía visual. Otra crítica que un conocedor de la poesía oriental podría hacer, es que a pesar de que el autor busca limitarse de acuerdo a los parámetros del haikú tradicional, su carácter latinoamericano no se lo permite, pues en todo Latinoamérica el lenguaje tiende a ser florido y excesivo, característica que se evidencia en algunos de sus haikús, ya que ofrece explicaciones que seguramente sobrarían para la concepción literaria oriental, por ejemplo el siguiente poema:
Sandía
Del verano, roja y fría
carcajada,
rebanada
de sandía.

En este poema, lejos de simplemente sugerir (que se supone es la principal función del haijin), se brindan elementos innecesarios al lector, como la palabra “verano”; al hablar de una sandía se entiende por consecuencia que la estación obedece al verano, también los adjetivos roja y fría, son propios de las sandías, de manera que mencionarlos resulta reiterativo. Sin embargo, si lo analizamos desde la perspectiva occidental, el poeta nos ofrece un poema con mucha vida, se hace alusión al rojo, un color cálido que en Latinoamérica tiende a ser valorado, además ¿qué mayor vida que la de una carcajada? Quizás otro de los principales valores estéticos que ofrece este haikú son los contrastes entre lo visual y lo sensual, como se pueda apreciar en la contraposición “roja y fría”. Otra aportación occidental que Tablada hace al haikú son los títulos, pues en oriente estos poemas no suelen ser titulados.
Sin lugar a dudas, todos estos elementos sirvieron de base para autores venideros en Hispanoamérica. Perú, por ser el país con mayor número de inmigrantes japoneses en América latina ha dado grandes haijines, entre ellos destaca José Watanabe Varas, que al igual que Tablada busca exponer la tradición local de Perú a través del poema. En Argentina, autores de renombre como Jorge Luis Borges y Álvaro Yunque experimentaron con esta forma poética, al igual que Mario Benedetti en Uruguay.
En México, además de Tablada tenemos a Efrén Rebolledo, Rafael Lozano, José Rubén Romero, Francisco Monterde y José María Mendoza. También podríamos hacer mención de Octavio Paz, que aunque no fungió propiamente como un haijin, fue el gran traductor de Matsuo al español.


 Stefanie Sandoval Zepeda

Vínculos

Jorge Ibargüengoitia

JORGE IBARGÜENGOITIA


Contexto
El México en el que aparece la figura de Ibargüengoitia se encontraba en un momento de aclimatación, se puede decir que aún viviendo la resaca de la revolución, el país intentaba tomar rumbo, crear un nacionalismo con base en héroes mitificados. Se crea el Partido Revolucionario Institucional (en ese tiempo PNR, sin albur) que se convertiría en el símbolo del poder absoluto en México durante las siguientes décadas. Con todo este contexto Ibargüengoitia desarrollaría un estilo único para contar, criticar y ficcionar todos los acontecimientos contemporáneos como de la historia del México de su tiempo.

Jorge Ibargüengoitia
(Guanajuato, 1928 - Mejorada del Campo, 1983) Escritor y periodista mexicano, considerado uno de los más agudos e irónicos de la literatura hispanoamericana y un crítico mordaz de la realidad social y política de su país.
Estudió en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México y fue becario del Centro Mexicano de Escritores y de las fundaciones Rockefeller, Fairfield y Guggenheim.
Su obra abarca novelas, cuentos, piezas teatrales, artículos periodísticos y relatos infantiles. Su primera novela, Los relámpagos de agosto (1965), una demoledora sátira de la Revolución mexicana, lo hizo merecedor del Premio Casa de las Américas. A ésta seguirían Maten al león (1969), Estas ruinas que ves (1974), Dos crímenes (1974), Las muertas (1977) y Los pasos de López (1982), en las que echó mano del costumbrismo para convertirlo en la base de historias irónicas y sarcásticas.
En el terreno del cuento publicó La ley de Herodes (1976). Entre sus piezas teatrales destacan Susana y los jóvenes (1954), Clotilde en su casa (1955) y El atentado (1963). Murió trágicamente en un accidente aéreo

Reseña Dos Crímenes

Jorge Ibargüengoitia; Dos Crímenes, México: Joaquín Mortiz, 1979
A unos días de cumplir 1 años más de su muerte en 1983, Jorge Ibarguüengoitia sigue apareciendo recurrentemente en las librerías del país y ya sea robado, fotocopiado o descargado es uno de los autores mexicanos del siglo XX más leídos. Sin embargo en una etapa de su vida (como muchos otros escritores) nunca pensó en dedicarse a las letras, de hecho realizo estudios en ingeniería y se dedicó a trabajar su rancho pero afortunadamente un acontecimiento fortuito provocó en Jorge un gran impacto con lo que decidió abandonar las labores agrícolas, dicho encuentro es tratado por Vicente Leñero [Leñero, 1989], que al resumir datos biográficos de Ibargüengoitia relata este encuentro que tuvo con Salvador Novo que años antes el mismo Ibargüengoitia se había encargado de contar:
No sé si la representación fue excelente o si mi condición anímica era extraordinariamente receptiva. El caso es que ahora sé, y confieso con un poco de vergüenza, que ninguna representación teatral me ha afectado tanto como aquélla…
Pero el motor diesel se descompuso el lunes, yo dije "¡basta de rancho! " y en ese entonces dejé de ser agricultor. Tres meses después, me inscribí en la Facultad de Filosofía y Letras [Ibargüengoitia, 1974].
            Su vasta bibliografía inicia con una serie de obras de teatro con las que fue formando su estilo para después dar el salto a la narrativa con la que logró posicionarse en el ámbito literario nacional. Si se planea leer con animoso interés a Ibargüengoitia uno debe superar 7 novelas, 3 libros de cuentos y un sin número de ensayos aunque es posible hablar de obras primordiales, por ejemplo Los Relámpagos de Agosto, novela “de la revolución” que implementando un toque de humor, habla de hechos reales pero con personajes ficticios con lo que obliga al lector a enfrentar la verdad mediante la mentira literaria. Igualmente reconocida por los críticos como obra maestra, encontramos a Las Muertas que narra el escándalo de las “Poquianchis” (link) y su singular forma de asesinar.
            La crítica muchas veces lo tacha simplemente de humorista, José de la Colina nos muestra en Ibargüengoitia  al "desilusionante y a la vez, divertido juego del mundo […] lo ve, dice, con una mirada tranquila pero que tiene filo de cuchillo. Humor seco, ha dicho Octavio Paz […] de ascendencia sajona más que latina, y una cierta inclinación a difamar la realidad […] Es un empequeñecedor de enormidades, un trivializador de trascendencias" [De la Colina, 1983]. Sin embargo usar el concepto Humorista termina siendo un término muy limitado para intentar contener todo lo que se encuentra en sus narraciones.
            En su novela Dos crímenes el lector es arrojado a un mundo real pero ficticio al mismo estilo de Rulfo, Faulkner  y otros, Ibargüengoitia crea un lugar imaginario más verosímil que se convertirá en el lugar perfecto para desarrollar a sus personajes. Cuevano así como toda la región del Plan del Sur, no existe. Esta herramienta literaria le permite una gran libertad creativa. El libro se encuentra en los límites entre la escritura costumbrista y la novela negra(link) o de misterio (policiaca) agregándole a todo esto el humor (negro muchas veces) e ironía.
            Con una trama fácil de seguir, Ibargüengoitia nos narra las peripecias de Marcos, alias "El Negro", y su compañera sentimental: "La Chamuca", cuando se ven acosados por la policía judicial que, buscando "células comunistas", les implica en un acto terrorista para tratar de desaparecerles. Es así que Marcos y La Chamuca emprenden la huida de Cd de México hacia provincia, él a buscar a su tío rico que vive en un pueblo llamado Muérdago. Desgraciadamente para Marcos, la vida se le va a complicar cada vez más, pues su tío político está ya muy enfermo y rodeado de sobrinos que, cual zopilotes, quieren quedarse con su herencia. Marcos tiene que inventar una historia para lograr obtener dinero de su tío, y poco a poco su situación se enreda, hasta desencadenarse los dos crímenes que se mencionan en el título.
Ibargüengoitia juega de mala manera con su personaje, mientras nos va mostrando las entrañas de una sociedad hipócrita y costumbrista. Dos crímenes es un juego literario donde se mezcla dos narraciones que se complementan de una excelente manera para entregarnos una novela de fácil lectura y gran calidad literaria.
Otros críticos han escrito sobre su obra, a continuación daré unos cuantos vínculos a textos referentes a Ibargüengoitia.





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